“Una necesidad urgentísima” a finales de la colonia
Los hospitales fueron durante la colonia instituciones de capital importancia para los gobiernos locales, porque sus establecimientos en su gran mayoría fueron realizados por la iniciativa de particulares pudientes o grupos religiosos, de esta manera los gobernantes podían cumplir con las reales ordenanzas
El hospital de Caridad en la Provincia
de Barinas

Licenciada en Educación Integral,
Especialista en Turismo Sustentable
y Patrimonio Cultural.
Miembro del Centro de Investigaciones
Sociohistóricas Dr. Virgilio Tosta
El establecimiento de un hospital en la provincia de Barinas, se rigió de acuerdo a las disposiciones que figuraban en las leyes de Indias, pues era obligatorio la fundación de estos centros, en toda nueva ciudad conquistada.
Las gestiones realizadas por Don Fernando Antonio
Vicente Miyares Pérez, Comandante político y Militar é Intendente de esta
comandancia según Cédula Real del 15 de febrero de 1786, consistió en el envío
de documentos al Rey. Entre los legajos se encontraban dos cartas de fecha 11 de julio de 1787 y del
10 de junio de 1789.
En estas epístolas
Miyares le hace saber a la Corona, la existencia en las arcas de 6.387
pesos, 2 reales y maravedíes, por concepto de los diezmos recaudados a finales
del año 1786. Además participa, que para la construcción del hospital conforme
a los planos elaborados por él, se necesitaban 6.984 pesos, suma que no distaba
mucho de la cantidad recaudada en ese año.
Adicionalmente, Miyares sugirió al Rey apelar a las
limosnas ofrecidas por algunos vecinos acaudalados, más el dinero recogido por
la producción del “arriendo del guarapo y
casa de gallos”; así como lo que se recogiera por los permisos de las
corridas de toros que se realizaban anualmente.
Por otra parte, el Intendente también expuso que era
“una
necesidad urgentísima” la fundación de un hospital motivado a que en toda
la vasta comandancia de Barinas, (para la época comprendía los territorios de
Barinas, Apure y parte de Portuguesa), no existía un establecimiento similar y
asiduamente se podían observar en las calles y en los campos, “muchos pobres enfermos destituidos de todo
amparo corporal y cristiano.”
En esta misma idea Miyares hizo hincapié, en que se
aprovechara como mano de obra a los “vagos
y reos” que se hallaban en las cárceles de manera que la construcción del
edificio saliera más barata.
De igual modo,
solicitó que los encargados de la asistencia y cuidado del hospital fuesen de
la orden religiosa bethlemitas traídos de México y Cuba, por ser estos de las
“religiones hospitalarias”, por la
buena técnica y régimen que usaban para atender enfermos.
El Hospital General o Nosocomio de
Belén
Respondiendo a la iniciativa de Miyares, su majestad
Carlos III ordena según Cédula Real del
13 de abril de 1793, el establecimiento y construcción de un hospital en la
ciudad de Barinas capital de la Provincia, con la misión de curar; no sólo a
los enfermos de la capital, sino también a los de la ciudad de Pedraza,
Barinitas, Obispo y Barrancas.
La parte arquitectónica de este hospital colonial y
aceptada por la Corona, fue descripta de una forma muy explicita en el
plano elaborado por Fernando Miyares en Barinas el 30 de junio de 1787.
La obra comprendía los espacios necesarios para
alojamiento y servicio de tres religiosos “Belemitas”
y departamentos separados de hombres y un mujeres. Ambos ocupaban dos cuadras
de 45 varas por cada lado, que unidos componían la mitad de una manzana o
cuadra de la ciudad, quedando vacío igual espacio de terreno a espaldas del que
se proyectaba fabricar, con destino para huerta y por si más adelante se convenía
extender la obra del “nosocomio de Belén”
o del “hospital general “,
denominaciones que utilizó Miyares cuando realizó la descripción del plano.
Las estructuras de los dos departamentos estaban
diseñadas de forma homogénea. En el plano se puede observar que el edificio
estaba planificado para dos puertas principales o zaguanes por cada
departamento.
El departamento de hombres comprendía, áreas para la puerta principal y zaguán, un
patio, una botica, celdas para religiosos, un refectorio, despensa, ropería,
almacén para utensilios, cocina, baño, salones para enfermos: para pobres
blancos e indios, un lugar para pardos y morenos libres. Un sitio para las
tropas y guardias, además de un lugar
común.
En el departamento de las mujeres existían, una
puerta principal y zaguán, un patio, un lugar para alojarse las enfermeras, un
cuarto de comer, una despensa, ropería y almacén. Además de la cocina, baño,
salones para las enfermas: para blancas e indias y otro para pardas y morenas
libres.
De igual forma el hospital tenía, rejas, ventanas,
fuente de agua, una capilla con su altar que daba vista a todos los recintos
por las rejas, asimismo habían corredores y lavaderos de ropa.
Según acta de Cabildo del 16 de diciembre de 1799,
la primera piedra del edificio levantada fue a finales de ese año y para el 1
de febrero de 1802 ya estaba casi la obra concluida .Para esa fecha se cree,
que fueron recluidos los primeros enfermos con la atención y la comodidad
necesaria.
Pedro Alcántara Espejo, fue el mayordomo del
hospital designado por el Gobernador Miyares el 22 de junio de 1794 y don José
Antonio Alustiza (graduado en el protomedicato de la Corte de Madrid) fue el
cirujano que prestó la asistencia médica requerida.
Según Virgilio Tosta (1986), la estructura del
hospital colonial fue destruida por la guerra de Independencia y el edificio
del hospital colonial estaba situado “en
la manzana que hoy rodean las avenidas Sucre y Briceño Méndez, y las calles
Carvajal y Camejo”.
La atención hospitalaria en la
Barinas Colonial
La atención hospitalaria en la Barinas colonial, se
inicia por primera vez con el establecimiento del hospital de Caridad. Le
correspondió al Gobernador Miguel de Ungaro elaborar un reglamento provisional para
regular las actividades asistenciales de ese nosocomio.
El primer artículo disponía, que solo se debía
albergar enfermos provenientes de Barrancas, La Yuca, Obispo y la Luz, por ser
éstos los únicos señalados por el Rey como contribuyentes de esta obra,
quedando excluidos los habitantes de otras partes de la provincia, que sólo por
caridad se les admitía en el hospital, siempre que hubiesen camas disponibles,
además el médico debía certificar que el paciente debía mejorar su salud en el
término de 3 a 4 días y estuviesen en capacidad de volver a su pueblo. Los pacientes
que por la gravedad de su enfermedad tenía “cercana
la muerte”, se les aceptaba, a fin de que pudieran recibir los sacramentos
cristianos.
El segundo
artículo establecía, que el paciente que
presentara una enfermedad desconocida por el médico tratante, en el lapso de
tres días se les daba de alta, el mismo trato era dado a los enfermos
incurables. Las razones de estas medidas radicaban en el hecho de que el
establecimiento apenas “disponía de 20
camas” y no se quería perjudicar a otros enfermos que ameritaban la
atención.
En relación a la consulta externa, en ambos
departamentos se prestaba el servicio de
“cura exterior” en los turnos de mañana y tarde. La dieta alimentaria también fue regulada en
esta normativa. Los pacientes con “dieta
total” recibían como ración: caldo, dos cuartos de gallinas y una libra de
carne por paciente, distribuidas en dos turnos. Los enfermos de “media ración”, recibían “medio cuarto de gallina” y una libra de
carne por comida, además de pan.
Los sueldos del personal estaban regulados en
reglamento. El mayordomo del hospital recibía el 8 por ciento de lo que se
recaudase para el mantenimiento del hospital. El médico devengaría un sueldo de
20 pesos, el boticario mantenía un sueldo que oscilaba entre 8 a 10 pesos. Los enfermeros,
cobrarían 3 pesos y la comida. La cocinera ganaría 4 pesos más la comida y al
sacerdote se le cancelaría 7 pesos.
Referencias:
TOSTA, Virgilio. Historia de Barinas. Tomo I. 1577-1800.Caracas.
1986. pp.416-420
Archivo General de Indias. MP-Venezuela. 201. Sevilla. España
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