Arbol emblema de la Estación Experimental Caparo
En la Progresiva 2+400 de la Pica Ocho, de la Estación Experimental Caparo, sobresale con su silueta imponente, el “árbol emblema” de la Estación Caparo, un ejemplar de la especie conocida comúnmente en los llanos como Saquisaqui blanco, ahora distinguido con el mote de “El Abuelo” porque empíricamente se ha relacionado su gran porte con su senectud.
Omar Carrero Araque
Forestal, Docente
Co-fundador de la Estación
Experimental
de Caparo.
Baquiano
La
Reserva Forestal Caparo, no solamente guarda en su seno
importantes especies vegetales y animales con magníficos ejemplares, sino que
en su Área Experimental reside el último relicto de una inmensa selva
estacional que ocupó más de un millón de hectáreas en los llanos occidentales.
Ahora sólo se cuentan unas 12.000 ha, de las cuales 7.900 están bajo protección
de la Universidad de Los Andes. El Profesor Omar Carrero Araque, Co-fundador de
la Estación Experimental Caparo, nos habla de uno de sus más emblemáticos
árboles.
EL ABUELO
En las selvas deciduas
de bancos arenosos,
destaca en la manigua
tu perfil majestuoso
En tus nombres Murea,
Saquisaqui o Pochota,
tu indígena ralea
de tu semblante brota
En tu porte que admira
savia azul se delata,
gran cacique Pachira
de la tribu quinata
Omar Carrero A.
Cuando en 1967 se realizó el inventario forestal de la Unidad I de la
Reserva Forestal Caparo, se estableció la red de picas que cada dos
kilómetros cruzan al bosque casi en sentido norte-sur (70°N-O),
esquineando con la Pica Central. El Área Experimental de la Reserva
cedida a la ULA en Comodato, se extiende desde la Pica 5 hasta más allá
de la Pica 9. La investigación ecológica con fines de manejo se centró
inicialmente en esta última y más tarde en la Pica 8 pues ésta fluye
por el área boscosa menos intervenida y con mayor variedad de
paisajes. Allí en la Progresiva 2+400 de la Pica Ocho, sobresale con
su silueta imponente, el “árbol emblema” de la Estación Caparo, un
ejemplar de la especie conocida comúnmente en los llanos como
Saqui-saqui blanco, ahora distinguido con el mote de “El Abuelo” porque
empíricamente se ha relacionado su gran porte con su senectud.
Este árbol llama la atención de los visitantes porque su soberbia
copa de unos 3.500 m² se eleva hasta los 45 m y su tronco provisto de
enormes contrafuertes, con una primera bifurcación a los 22 m de
altura, registra un poco más de 9 m de circunferencia. Su fronda, que a
esa altura crea una isla vegetal, es el asiento de centenares de otras
plantas que aprovechan sus gruesas ramas como substrato. Orquídeas,
Cactáceas, Bromeliáceas, Hongos, Algas y Líquenes no desaprovechan ese
leñoso espacio, convertido ahora privilegiado “penthouse”, que les
brinda sostén, agua, luz y nutrientes. Asociados a estos residentes
aparecen también enjambres de insectos, lagartijas y otros animales de
vuelo que llegan para descansar o para otear a sus presas.
El nombre de “El Abuelo” resultó de un comento de Don Jesús
Bolaños, uno de los baquianos mayores de Caparo. Ocurrió que en el
verano de 1974, empujados por el avance de los proyectos se hizo
necesario abrir una pica intermedia entre la 8 y la 9 la cual se
designó como Pica 8 Auxiliar (P8-A), que facilitaba la planificación
de los trabajos y las comunicaciones. En esta Pica, a unos 150 m al
norte del camino antecesor del camellón y antes de la Calceta se
encontró una “mancha” de saqui-saquis en el lugar conocido tiempo
después como el Popo (1), conformada por unos 160 árboles agrupados en
una superficie algo menor de 3 hectáreas. Esta concentración llamó la
atención por su rareza pues en el inventario apenas se cuentan unos 5
árboles de saquisaqui por hectárea. El viejo Bolaños resaltó que en “la
mancha había colinos de diferentes camadas”, creencia a la cual llegó
después de observar que los individuos presentaban muchas diferencias
en diámetro y altura.
Para esa época todavía no se había recorrido completamente esta área
por lo que, fuera de los baquianos no había mucha gente que conociera
la existencia de los gigantescos saquisaquis que medran en los bancos
arenosos y que se salvaron del hacha de los madereros justamente porque
sus enormes aletones o “cachamas” en el lenguaje de aquellos,
dificultaban su tumba; los madereros perseguían más al saquisaqui rosado
de fuste más cilíndrico y de aletones más pequeños. Fue entonces
cuando Bolaños, en una de sus salidas, señaló que él conocía al abuelo
de todas esas generaciones y acto seguido nos condujo hasta el célebre
árbol, localizado a unos mil metros hacia el sureste. Desde ese momento
se le conoce como “El abuelo”, uniéndose así a la lista de
árboles que han servido de referentes toponímicos en el área, tales como
la Palma Pintada, el Apolo 11, el Charo de la 8-A o el Manguito.
A este admirable ejemplar se le calculan unos 500 años de vida aunque
nunca se le han hecho estudios de datación. Si esta conjetura es
válida, podría especularse que en 1531, siendo apenas un jovencito de
20 años conoció al welser Nicolás de Federman, de paso para Santa Fe de
Bogotá por el camino de indios que cruzaba por la zona, y en 1534 al
Cacique Manuare en su viaje hacia los llanos. En este mismo supuesto,
seguramente presenció las ceremonias fundacionales de Santa Bárbara en
1710 y de Guasdualito en 1770 y, un poco más tarde, en 1813 pudo haber
sido testigo del hecho histórico de la incorporación de Páez al ejército
patriota en Santa Bárbara y en junio de ese mismo año, de la captura en
San Camilo del Coronel Antonio Nicolás Briceño.
Desde hace unos 40 años a la fecha, El Abuelo se ha convertido en el
árbol más fotografiado de Caparo pues los centenares de visitantes que
pasan bajo su sombra no desperdician la oportunidad de fotografiarse
frente al gigante o haciéndole ruedo entrelazando sus manos. También ha
sido objeto de crónicas y artículos de prensa, de manera que ahora su
altanera figura es familiar hasta en las páginas de internet.
Quiera Dios que El Abuelo viva por muchísimo tiempo más y con él la selva que lo rodea en las 7.900 hectáreas de la Estación.
(1) El POPO es un topónimo de referencia de la Estación Caparo cuyo
nombre se deriva de la nomenclatura utilizada por Carrero y Bustamante
en la preparación de las áreas para la tipificación. Allí en ese punto
está el Botalón P0-P0 que divide al Rodal y que señala al Punto Cero de
la Pica Cero.
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