Luis Barrios Cruz: Llano y poesía
Ponencia
“Vine a hablar de Luís Barrios Cruz, atendiendo la gentil invitación del Prof. José Solórzano Pérez, quien debuta como cronista convocante y anfitrión, en este “I Foro de Cronistas del Estado Guárico”, estupendo espacio para el reencuentro con entrañables amigos que navegan por los viejos cauces de la historia menuda, recorriendo siempre, meandros y rubicones de añosos pueblos y ciudades de este Estado, que es puerta de entrada al dilatado, anchuroso y mágico llano venezolano."

Yuni Bautista Rojas
Miembro Investigador.
Centro de Estudios Históricos
y Sociales de los Llanos Venezolanos.
( CEHISLLAVE)
No me propongo en este momento,
discurrir sobre la obra estrictamente literaria (poética), de Luís
Barrios Cruz. Otros conocedores, críticos y cultores del oficio, lo han
hecho con brillantez, para valorar desde el punto de vista estético y,
en su justa dimensión, su discurso poético, valga decir, su propuesta
estética. Al respecto, Domingo Miliani (1968 – El Nacional), señala: “Sobre
el autor y la obra, escribieron entre otros, Julio Morales Lara, Juan
José Churión, Alberto Arvelo Torrealba, Eduardo Crema, Enrique Bernardo
Núñez, Rafael Angarita Arvelo, Luís Castro, Julián Padrón, Ángel Miguel
Queremel, Pedro Sotillo, José Ratto Ciarlo, Aquiles Certad, etc. Desde
fuera del país revistas y periódicos, españoles, argentinos, chilenos,
ponderaron la nueva tónica que encendía el poemario”. Se refiere el autor citado, al juicio de valor que sobre el primer libro del poeta Luís Barrios Cruz: “Respuesta a las Piedras” (1931), emitieran esta constelación de literatos.
Faltó a este investigador,
incluir en la lista, a hombres y mujeres que igualmente siguieron muy de
cerca la poesía del ilustre guariqueño, como: Fernando Paz Castillo,
Jacinto Bombona Pachano, Rodolfo Moleiro, Luís Enrique Mármol; todos
ellos dignos representantes de la prodigiosa “Generación de 1918”.
Tampoco son señalados los nombres de Andrés Eloy Blanco, Antonio Arráez,
Luís Beltrán Prieto Figueroa, Pablo Rojas, Luisa del valle Silva.
Ausentes también están, sus dilectos amigos del “Centro Cultural y
Excursionista Humboldt”: César Rengifo, Héctor Poleo, Pedro León Castro,
José Fernández, Enrique Vera Fortique, Armando Gil Izaguirre y Henry
Leroux; con quienes compartió recurrentes tenidas literarias, en las que
inevitablemente fue analizada y comentada su producción poética.-
Como decía al comienzo, no
pretendo yo constituirme en crítico de la obra de Luís Barrios Cruz, no
es esa mi intención. Debo confesar con toda humildad que aún no domino
las técnicas convencionales para hacer análisis de la poética. Muy por
el contrario, lo que aspiro es llegar a esbozar, en apretada síntesis,
el perfil de este bardo singular, que hoy por hoy, es un referente
importante para las letras venezolanas y, que a pesar de su
revolucionaria y original obra, es poco conocido y difundido.-
Así como en el pasado, en el
presente a este vecindario – cuna del insigne poeta – se le mienta o
recuerda Camoruco Españolero. CAMORUCO (Sterculia apétala), por ese
árbol corpulento y frondoso que llega alcanzar de 10 a 15 mts de altura,
que ustedes bien conocen, característico de los bosques secos
tropicales y, de cuyo corazón se hace la sonora arpa llanera y, el mote
ESPAÑOLERO, le viene por la cualidad o procedencia étnico cultural de
sus pobladores iniciales, emplazados en hatos ya existentes mucho antes
de la Fundación de la Misión de San Jerónimo de Guayabal, llevada a
efecto por el fraile capuchino Tomás Bernardo de Castro en las
postrimerías del Siglo XVIII (3 de julio de 1795). Es en este rincón
llanero de Camoruco Españolero, dominado por medanales, esteros y
sabanas, donde transcurren los primeros años de Luís Barrios Cruz. El
poeta, al decir de Alberto Arvelo Torrealba (1931: El Heraldo) Creció
al galope, sobre las recias lejanías, coleando polvaredas, con ese
cariño que se cuaja temprano en el adolescente de llanura por las rudas
bregas del pastoreo… Allí el huracán de las carreras le enseñó el buen
tono de las “cantas” y, en la vida del hato, sobre los peladales, acaso
le pisó alguna vez la cabeza a su sombra, con leguas de por medio entre
el hambre y la ración primera.
Como tantos otros en este
pueblo, Luís Barrios Cruz tuvo que marcharse con sus padres a otros
lares, así como las garzas cuando vuelan presurosas y sedientas en pos
del nuevo pozo. Se marchó con sus padres hacia la ciudad de Calabozo,
estimamos que a los 11 años, llevándose consigo muy bien guardado en lo
humano profundo: las acuarelas del paisaje llanero, el olor a tierra
mojada, el bramar de la vacada, el canto del corral y la copla
relancina, el espinito, la hoja seca que canta, la laguna, el sol que
tuesta, las estrellas de la madrugada, las aves con su trinar, la palma
sola y su indómito Alazán.-
Quiso y así lo hizo, meterlo
todo – hasta la horizontalidad de la llanura – en el morral de los
recuerdos primeros, preñados de afectos, para luego devolvernos – ya
como adulto – y, con excepcional talento y maestría: “versos que parecen melodías volando, sueltas en las inflexiones de la sonoridad”
(1968: Rhazes Hdez. López; El Nacional); para regalarnos, en fina
poesía, el llano todo, matizado esta vez, con imágenes y metáforas
irrepetibles. En Calabozo con mucho sacrificio, nuestro poeta solo llegó
alcanzar de instrucción, el tercer año de secundaria, esto por razones
económicas…
No obstante, la precaria
situación de la familia, no fue óbice para que Luís Barrios Cruz,
pudiera hacerse de una sólida cultura a través de la voraz lectura. Muy
pronto su nombre comienza a sonar en la colonial ciudad que lo acoge.
Funda con apenas 23 años, los periódicos Ecos de la Pampa (1921) y,
Clavileño (1924) y, El Diario (1926). Es posible que haya asumido el
medio periodístico, para darle sabana a ese potro cerril, hecho poesía,
que en su pecho relinchaba salvaje, reclamando la dilatada espesura. A
los 24 años, recibe el primer premio, en los “Juegos Florales de Ciudad
Bolívar” realizados para conmemorar el centenario del poeta Juan
Bautista Dalla Costa.
En 1928 se traslada a Caracas,
donde realiza una fulgurante carrera en el campo del periodismo y de la
literatura, imprimiéndole aires de renovación al género poético. Debuta
como redactor del Universal. Director de la revista Elite, del diario
Ahora. Fue fundador y directivo de diversas instituciones: Asociación de
Escritores de Venezuela, Ateneos de Caracas, Asociación Venezolana de
Periodistas. En el campo de la política llegó a ser diputado a la
Asamblea Legislativa (1920) y Senador al Congreso Nacional por el Estado
Guárico (1938 – 1942). En su desempeño público, fue Individuo de Número
de la Academia Venezolana de la Lengua, Jefe de Gabinete de Relaciones
Exteriores, Director de Información del M.R.E., y Director de la
Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó hasta su desaparición física.
De su autoría quedan para la posteridad, como joyas de la literatura
venezolana: Respuesta a las Piedras (1931); Plenitud (1941); Cuadrante (1944); Romancero de la Coromoto (1952); La Sombra del Avión (1954) y Decoraciones (1967) con la cual se cierra el ciclo de su producción poética.
De su unión con Trina Díaz
Martínez, nacieron 8 hijos, algunos de ellos asistieron al Homenaje que
se le rindió al poeta en la vieja Iglesia de Guayabal, auspiciado por la
Alcaldía y amenizado musicalmente por la Agrupación: “Cuerdas de
Guayabal” dirigido por la Profesora Olenia Crespo y el Orfeón del
Congreso Nacional, invitado por el entonces diputado Oldman Botello,
Miembro de la Comisión de Cultura del Congreso Nacional (1998). En este
acto, el único que se ha realizado en Guayabal para recordar a tan
ilustre coterráneo, tuvo destacada actuación como organizador, nuestro
querido poeta, guayabaleño de pura cepa: Emilio José Rodríguez, quien
nos suministró valiosísimo material hemerográfico y fotográfico, además
de información oportuna sobre el tema. Concluyo, tomando prestada la
autorizada voz de Juan Liscano (1944: El Nacional); “A solas con su
llano, Luís Barrios Cruz entabla el monólogo eterno. Evoca, ama, sueña,
cuenta, pasa bajo el sol, se pierde en la noche y nos deja el eco de su
intima voz…”. Luís Barrios Cruz, el ilustre poeta, el paisano, hijo
insigne de este pueblo que ha sido injusto, al no reconocerle sus
extraordinarios dotes literarios y humanos, murió el 1º de Febrero de
1968. Desapareció, es verdad, pero su poesía permanecerá viva, por su
pureza y profundidad, ocupando un sitial privilegiado, sembrada como en La Siembra, uno de sus más hermosos poemas, con el que nos decía:
Y te voy a sembrar una palabra.
Campo limpio, y mío, claro campo
donde el viento de los cuatro horizontes aprendió el surco de las ágiles esperanzas
y los ríos – pensamientos de verde –
clavan su cuchilla de luz
en las entrañas de la nube fecunda.
Campo limpio, y mío, claro campo, tienes abierto el sueño, de mi alma, y te voy a sembrar una palabra. Tu donde esta plantado un roble fecundo gozoso de pájaros
Campo limpio, y mío, claro campo, tienes abierto el sueño, de mi alma, y te voy a sembrar una palabra. Tu donde esta plantado un roble fecundo gozoso de pájaros
Tu donde esta plantado
el remolino de un tropel indeleble Espigado altanero de crines.
Tu donde esta plantado el árbol ancho
del cielo florido anhelante de estrellas.
Tu donde esta plantada la voluntad
cargada madura de hombres.
Tu campo limpio, y mío, claro campo, tienes abierto el sueño, de mi alma,
y te voy a sembrar una palabra
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